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26 de abril de 2007

¿Qué hay detrás de un celular?

por Roberto Perdía
A todos nos consta el impresionante crecimiento del uso de esos -cada vez más minúsculos - aparatitos que son los celulares.
Sociólogos y estudiosos de todos los saberes han recalentado su sesera buscando las razones que han llevado a este despliegue rápido y gigantesco de un aparato que se puede tomas como símbolo de estos tiempos.
Aquí no nos sumaremos a esos largos debates y consideraciones. Las dejamos en maons de los que son reconocidos como especialistas en el tema.
Vamos a centrar la mirada en un mineral que está dentro de ese aparatito que acompaña a gran parte de los humanos y por el que sentimos una necesidad semejante a la que tiene un bebe por respecto a su madre.
Nos referimos al coltán (abreviatura de columbita - tantalina) un mineral que por su rsitencia al calor puede aguanntar una alta carga eléctrica, contribuyendo a una superconductividad de energía, capaz de soportar fuertes cambios de temperatura y resistente a la corroción, razones todas ellas por las cuales se ha transformado en un componente imprescindible en los condensadores de muchos aparatos electrónicos, entre ellos el celular.
Hasta aquí nada especial. Solo hablamos de un mineral importante para la construcción de un aparato que se ha transformado en un adminículo de uso cotidiano, al punto que se fabricaron el año pasado (2006) unos mil millones de aparatos.
La situación cambia cuando nos enteramos que la disputa por el control, explotación y apropiación de este mineral está entre las causas de muerte de millones de personas.
El 80% del coltán se produce en el Zaire, actualmente República Democrática del Congo. La mayor parte de este mineral se comercializa - corrupción mediante - en el mercado negro. Los intermediarios que comprane el coltán, para venderlo a las grandes empresas del sector, pagan -una parte de su precio - en armas que se usan para dirimir los conflictos internos por el control territorial de las zonas de producción de este mineral y otros metales preciosos.
Desde las entrañas del propio imperio brotan noticias que proporcionan informaciones apabullantes. La revista ingles The Lancet, en una edición del año pasado evaluaba que dies años de guerra civil en la República Democrática del Congo han significado entre 3,5 y 4,5 millones de muertos, constituyéndose en una de las mayores catástrofes humanitarias, después de la segunda Guerra Mundial.
De ello es poco y nada lo que se dice. El silencio no es casual. Permite mantener las actuales reglas de la comercialización del coltán y otros metales provenientes de la región.
Cuando el tema llegó a las Naciones Unidas, un comité de expertos - creado por decisión de su consejo de seguridad - considerói que no es aconsejable sancionar la importación de dichos minerales porque podría provocar el aumento del precio de los mismos y por las repercuciones negativas que podría tener en el incipiente entorno inversor del país.
Solo faltaría agregar que, segun las denuncias existentes, los principales consumidores de coltán proveniente del Congo son Sony, Microsoft, Hewlett-Packard, IBM, Nokia, Alcatel, Intel, Hitachi, NEC, Alcatel, Compaq, Ericsson, Motorola, Siemens.
Una idea de la importancia de este compuesto la encontramos en el hecho que la japonesa Sony tuvo que retrasar la salida al mercado del Play Station 2 por las dificultades para conseguir el mencionado coltán.
Estos datos nos permiten elaborar varias observaciones. La primera y más importante es que el imperialismo no es una palabra vacía, abstracta, que a muchos les permite llenar los vacíos de sus discursos. Es una construcción histórica que resulta de la integración de los centros mundiales del poder económico, político y militar.
Por medio del control del sistema comunicacional el imperialismo pretende constituirse en una cultura extendida universalmente que determine los gustos, modas e intereses de la humanidad facilitando con ello la reproducción y ampliación del poder económico que lo sostiene.
Su bandera es la de los estados occidentales, encabezados por Estados Unidos, que ocupan la pirámide de los países desarrollados del llamado mundo libre o del libre mercado. Para evitar las generalizaciones podemos identificar, en el caso del coltán, algunos de modos de acción del modelos imperial.
En estos tiempos de globalización el imperio aspira reducir el rol de las Naciones Unidas, que podrían constituirse en un límite a sus objetivos. Sin prejuicio de lo cual procuran asegurarse el control de aquellos organismos de las Naciones Unidas que pudieran cuestionar su rol e intereses estratégicos. Así lo hizo en el caso que nos ocupa, a través del dictamen del mencionado Comité de Expertos, el que no se privó de sostener que las empresas transnacionales no están sujetas al control del derecho internacional.
Otra enseñanza que nos deja el caso del coltán es una muestra acerca de como se construye el poder económico de las grandes empresas transnacionales. El saqueo de los recursos naturales, de los que nuestros pueblos americanos tienen una larga experiencia, en un mecanismo que se sigue utilizando y éste no repara en el costo de vidas humanas, miserias e indignidades que deja en su largo trajinar.
No es menor el rol que desempeñan, en esta cuestión de desinformar y ocultar la verdad, los medios de comunicacion de masas. Ellos ya no son una invesrión más de los que tienen poder económico. No, de ninguna manera. Hoy, para los defensores del statu quo, los medios de comunicación de masas son mucho mas. SOn el centro del sistema, los encargados de sostenerlo. Construyen un consenso que esperan sea validado por el periódico voto, a través de la mayor parte de las democracias formales. Todo lo que escape a ese consenso es calificado como atentatorio al sistema democrático.
Por último este ejemplo del coltán nos muestra que si nuestros pueblos no rompen el siniestro círculo vicioso de proveer materia prima que luego readquirimos bajo costosas formas, como ocurre con los celulares, el futuro seguirá siendo de dolor, injusticia y sometimiento.
Esta es una muestra acerca de cómo la riqueza de los dueños del mundo está constituida sobre nuestras propias miserias y debilidades.
Es preciso correr los velos que nos impiden observalo y descubrir, en la realidad cotidiana, las diferentes formas de dominación y expoliación que vienen practicando. Si queremos ser dueños de nuestro propio destino tendremos que cambiar las reglas de juego, barajar y dar de nuevo.

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